viernes, 19 de octubre de 2012

El diamante de la reina por 6ºD



Por Victoria Amarilla y Milagros Basualdo 6ºD


A las seños Ale y Silvia.



Agradecimientos:
A la señorita Mariana con la
que estamos realizando la escenografía de la obra de teatro.
A Carolina por ayudarnos a conocer mucho sobre Francia.
 

Colaboraron en la corrección de los borradores:
Guerrero Sofía; Cuenca Carmen;
Espinosa María de los Ángeles;
Barrios Rocío; Meza Liz;
Díaz Marcos; González Rodrigo;
Peloso Alexis; Rojas Darío; Russo Damián.




 
Todo comienza en Francia, en una época donde había mucha inseguridad, específicamente en el Siglo XVII. El rey tenía, por suerte, un pequeño grupo de mosqueteros que velaba por la seguridad de toda la ciudad.


Una mañana cuando se puso su corona descubrió que le faltaba una piedra, era un diamante de gran tamaño. Enorme fue su asombro cuando vio que también a la de la reina Ana le faltaba un rubí. Sin pensarlo el rey llamó a los mosqueteros.
Ellos sospechaban de muchas personas:
-Doña Amelia, dueña de una gran fortuna, siempre estuvo interesada en esas dos piedras que tenían las coronas de los reyes.
-Don Augusto Cesar,  él nunca tuvo en sus manos dos joyas como esas, no había duda que era él.
-El Cardenal Richelieu, siempre odió a los reyes y fue el culpable de todos los robos del reino.
-Don Miguel, vendía piedras preciosas y pagarían mucho por esas dos.

Los mosqueteros se dividieron para investigar a cada sospechoso.
Porthos fue a seguir a la joven Amelia.
Athos decidió seguir a Richelieu.
Aramis siguió a Augusto Cesar.
D’Artagnan aceptó seguir a Don Miguel.

Athos logró hacer su trabajo rápidamente y descubrió que el cardenal no era culpable del robo.
Porthos al estar frente a una mujer, no pudo averiguar nada. Al no concentrarse bien porque le gustaban mucho las damas.
Aramis estuvo muy aburrido con la idea de seguir a Augusto César y al poco tiempo volvió a sus viejas andanzas.
D’Artagnan supo desde el principio que Don Miguel no era el culpable.
Lo que Athos no sabía era que Milady había estado ocultando la culpabilidad de Richelieu y que él destruiría las preciadas joyas.
La investigación de los mosqueteros no estaba dando buenos frutos y Richelieu estuvo ganando una fortuna haciendo copias de las piedras.

Un día Porthos se encontró con la Joven Milady cenaron y fueron a la casa de ella. Él, como acostumbraba hacer, recorrió toda la casa de la muchacha. Grande fue su asombro al encontrar una habitación repleta de copias de diamantes y en una caja de cristal se hallaban las piedras originales. Las guardó y se las llevó a los reyes. Como recompensa el rey les dio la llave de Francia y a Richelieu lo llevó a un calabozo hasta el fin de sus días.



  
Ilustrado por Sofía, Alexis, Ruth, Carmen, Pablo,
Victoria, María de 6ºC y 6ºD

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