Por Agustina González, Tamara Zamora, William Cardozo., Esteban Nuñez
Este cuento se lo
dedicamos a …
La directora y a la
vice directora de la escuela
Luego de
que Simbad el Faquín y Simbad el marino se hicieron amigos, decidieron hacer un
viaje juntos, invitaron a tres amigos del Faquín: Diego, Máximo y Maia, que
estaban ansiosos por viajar junto a Simbad el Marino.
Prepararon todo
para el largo viaje hacia el mar de Weddel, en el sur y partieron hacia su
nueva aventura.
Durante el largo
viaje Diego, Máximo y el Faquín, pasaban largas horas pescando, bebiendo, jugando a las cartas y cantando.
Maia, se dedicaba a cocinar para todos y Simbad el Marino conducía el barco.
Cada vez que se
acercaban al sur, sentían más frio, creían que iban a congelarse. Maia, ya se
había arrepentido del viaje, se acababan las provisiones, no aguantaba el frío
y extrañaba a su familia. Simbad, al ver
a Maia llorando, se acercó y trató de consolarla, contándole sus historias de
los viajes anteriores. De esta forma ella comenzó a reír y se hicieron muy
amigos.
Maia
estaba cada día mas cerca de Simbad, le gustaba mucho verlo navegar, se sentaba
junto a él.
Una mañana
chocaron con un glaciar, Maia cayó al agua y Simbad se tiró a rescatarla.
Se subieron a una
madera y pudieron llegar a la orilla, pero de los demás no supieron nada, creyeron que se habían muerto.
Maia y Simbad se
enamoraron y vivieron muchos años en la isla, tuvieron tres hijos, a los que
les gustaba navegar tanto como a sus padres.
Un día caminando
por la isla vieron una casa y allí estaban sus amigos se pusieron muy felices
de encontrarse, pero Simbad nunca más volvió a viajar.
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