El muñeco maldito 4ºB

 

Un día miércoles, un niño llamado Pablo se mudó a una casa muy extraña pero él no se quería mudar porque ya tenía un mal presentimiento.

Pasó una semana de estar en la casa nueva y Pablo escuchaba ruidos extraños todos los días. Un día tuvo coraje y fue al sótano.

Allí encontró un muñeco que tenía un hilo atado a su mano y a la pata de una mesa pesada, él lo desató, lo alzó, vio que era muy lindo, lo dejó sobre la mesa y se fue a la cama a dormir. Pablo se durmió.

 

 Después de una hora se levantó y fue a la cocina. Allí encontró al muñeco al lado de una repisa, él se asustó porque lo había dejado en la mesa del sótano. Entonces agarró al muñeco y lo llevó al sótano. Pablo volvió a la cocina para ver si estaba el muñeco, aunque pensó que había sido una broma pesada de su hermana. Pero su hermana estaba en la clase de ballet a la que jamás faltaba.

 

Pablo, un poco nervioso, se fue a su cuarto y allí estaba el muñeco sentado en la cama con una sierra eléctrica en las manos.

 La expresión de la cara era distinta. Estaba enojado, sus ojos eran rojos y antes eran celestes y en la cara tenía una cicatriz que antes no tenía. El muñeco lo miró y le dijo: -¡Muere ya, niño!, y prendió la sierra. Pablo lo golpeó con la mochila, salió corriendo y se metió en el ropero.

El muñeco le dijo: -¡Te esconderás pero nunca te podrás escapar! Pablo gritó porque se dio cuenta de que el muñeco estaba en el ropero con él.

Y cuando lo iba a matar con la sierra se desconectó la sierra, pero también el muñeco.

Pablo descubrió que el muñeco estaba manejado por el vecino, que le tenía envidia, porque al salir del ropero Pablo vio que por la ventana estaba mirándolo. El vecino, que tenía la misma edad de Pablo, tenía un control remoto con el que manejaba al muñeco.

 

Pablo llamó a la policía y al vecino lo llevaron al manicomio.

Fin.