a toda la escuela…que lo disfruten
Agradecimientos:
Gracias por su colaboración con nuestro cuento a :
Milagros ºC
Mailén 1ºC
Iara 1ºC
Kevin 1ºC
Diana 1ºD
A toda la escuela y a nuestra Señorita Marisol…
Un chico de diez años vivía con su abuela desde que era muy chico, no había conocido a su mamá, la abuela le decía que había muerto cuando él era bebé y que la llevaron a un cementerio alejado, cerca del río, donde nadie se animaba a ir porque lo llamaban el cementerio macabro.
Cada vez que Santiago le preguntaba a su abuela por ese lugar, ella se ponía nerviosa y lo dejaba solo, él quedaba muy triste. Siempre dibujaba a su madre como se la imaginaba, porque la abuela había tirado todas las fotos de ella.
Santiago sospechaba que su abuela no le decía la verdad y decidió investigar por su cuenta. Una mañana, salió para ir a la escuela y se encontró con Mateo, un vecino que conocía de toda la vida y que se dio cuenta que algo le pasaba y le preguntó:-¿Que te pasa Santi? Te veo muy triste.- y Santiago le respondió:-Todas las noches sueño que mi mamá me pide ayuda y no sé qué hacer porque me da miedo ir solo al cementerio a visitarla-. Mateo, al verlo tan triste, le ofreció llevarlo en su viejo auto y salieron en busca de ese famoso cementerio.
El camino era largo, de piedras, rodeado de árboles altos, donde solo se escuchaban los sonidos del viento que soplaba tan fuerte moviendo las copas de los árboles de una manera brusca, a su costado estaba el río que hacia mucho ruido .
El auto en el que viajaban, era muy viejo y le costaba andar rápido, Mateo intentó acelerar para que no se haga de noche y el auto dejó de andar, trataron de arreglarlo pero no pudieron, por ese camino no pasaba nadie que pudiera ayudarlos, entonces decidieron continuar el viaje caminando.
Los dos Amigos, caminaron horas para llegar a ese cementerio, estaban cansados, con frío y lo más terrible fue que se había hecho de noche cuando llegaron al Cementerio Macabro.
Los ruidos que salían de ese espantoso lugar eran horribles, se escuchaban tumbas que se abrían, pasos de personas, bichos voladores que en la oscuridad no se sabía bien que eran. Los chicos estaban asustadísimos, Mateo, era el mayor y trataba de calmar a Santiago pero tenía tanto miedo como él.
Cuando caminaban, vieron en el piso manchas de sangre, eso los asustó tanto que salieron corriendo para la calle, pero una voz de mujer muy dulce dijo:- Santiago, no me abandones - en ese mismo momento las piernas de Santiago no pudieron moverse más, quedó paralizado, no conocía la voz de su madre y podía ser ella que le pedía ayuda.
Mateo lo agarró fuerte de la mano y caminaron hacia ese lugar de donde salía esa voz , no se veía muy bien , pero vieron una sombra que pasó rápido y desapareció entre los árboles. Corrieron detrás de ella y encontraron una tumba, abierta con una cruz arriba que decía el nombre de la madre de Santiago.
Al acercarse, vieron que no había nada adentro y una mano tocó la espalda de Mateo, cuando se dieron vuelta había un hombre viejo, sucio y con un olor espantoso que tenía un hacha en la mano, pero antes que puedan gritar él les dijo:-¿Qué hacen acá? Se tienen que ir, este cementerio está abandonado, nadie puede estar acá, la gente dejó de venir porque todas las noches de luna llena, los muertos salen de sus tumbas buscando algo para comer, y les aseguro que se comen cualquier cosa que camina, así que corran, corran hoy es una noche de luna llena y no tardarán en salir de sus tumbas, si ya no salieron – Santiago muerto de miedo le dijo:- Estoy buscando la tumba de mi mamá y está abierta y no hay nada adentro-.
El enterrador empezó a reírse con una risa macabra y de las tumbas empezaron a salir, los muertos, no podían correr salían de todos lados y venían hacia ellos, se arrastraban, no había forma de esconderse, creían que iban a morir , gritaban y lloraban desesperados, justo cuando estaban a punto de atraparlos…
La voz que había pedido ayuda a Santiago, se puso a cantar una canción muy dulce como las canciones de cuna y los muertos empezaron a volver a sus tumbas como si esa voz los manejara.
Santiago y Mateo se quedaron quietos hasta que todos los muertos volvieron a sus tumbas y de una de ellas salió una luz, y de adentro salió ella, una mujer hermosa, con el pelo largo hasta los pies, miró a Santiago y le dijo:-Sabía que ibas a venir a salvarme, lo supe siempre, cuando eras chiquito, tu abuela para quedarse con vos, me hizo un hechizo… estuve casi diez años viviendo en este cementerio, donde los muertos se comen a todas las personas que vienen a visitarlos, solo se calman cuando yo canto las canciones que te cantaba a vos cuando eras chiquito, estoy condenada a vivir bajo las tumbas, y el único que podía devolverme a la vida eras vos, por eso me metí en tus sueños, esperé tantos años para que crecieras –la mujer se veía feliz de ver a su hijo, pero él estaba duro como una piedra, no podía decir nada, no entendía nada.
La mujer le entregó un libro grande, lleno de tierra, donde decía que la única forma de deshacer el hechizo era que alguien de su propia sangre le diera un beso y la abrazara, entonces Santiago tiró el libro al piso y salió corriendo a abrazarla.
En ese momento el cementerio se iluminó, y la tumba de la madre empezó a prenderse fuego, hasta que desapareció.
Santiago, tiró el libro al fuego y se quedaron mirando hasta que se hizo cenizas, salieron corriendo de ese espantoso lugar. En la puerta se subieron a un auto que debería ser del enterrador por el olor que tenía, y volvieron para la ciudad.
La abuela, no sospechaba nada de lo que estaba pasando, pero estaba preocupada porque Santiago no llegaba, decidió salir a buscarlo, pero cuando salió a la calle la esperaban dos patrulleros de la policía, y de adentro salieron Santiago y su mamá con los ojos llenos de lágrimas y abrazados. Ella no pudo decirles nada, se subió al patrullero con la cabeza agachada.
Santiago y su mamá hoy son muy felices, pero él siempre recuerda a su abuela esperando que algún día se arrepienta de todo el mal que causó… FIN
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