viernes, 13 de septiembre de 2013

Dailan Kifki volando por el cielo por 3ºB



Dailan Kifki era un elefante que todavía tenía los colmillos pequeños. Tenía un buen amigo: un bombero que lo acompañaba a todas partes. Su nombre era Roberto Lovera y solo pensaba en ayudar a los demás.
Una tarde estaban juntos, jugando, y a Dailan le vinieron ganas de volar.
-         ¿Volamos? –Le preguntó a Roberto.
-         ¡Eres un poquito grande para eso!, ¿no?
-         ¡Pues yo creo que si lograra pesar un poquito menos podrías volar!
-         Lo dudo, amigo mío, ¡te sobran kilos y te faltan alas!
Mientras seguían jugando, al elefante no se le iba su idea de la cabeza: ir juntos a recorrer el cielo.
Al bombero se le ocurrió que para lograrlo tenía que fabricarle unas alas “¿Cómo?” pensó.

Durante horas cosieron, pegaron, anudaron, hicieron y deshicieron, porque nada les conformaba, pero a la noche estuvo lista. Un precioso par de alas de tul de todos colores con plumitas de celofán, cinta de seda y hasta una escarapela de papel a último momento.
Al amanecer emprendieron su vuelo, iban muy contentos cuando, de pronto, vieron una casa que estaba en llamas. Se lanzaron como flechas para apagar el fuego. Dailan tomó del río mucha agua que roció sobre ella. Mientras tanto el bombero rescataba a la familia que, al terminar todo, muy agradecidos les ofrecieron pastelitos de membrillo.
Más adelante vieron una niña desesperada por bajar a su gatito que estaba en lo alto de un hermoso árbol. Con mucho cuidado lo pudieron bajar. El bombero trató que su amigo no fuera lastimado por las uñas que le clavaba por los nervios. La niña muy agradecida le regaló una pelota de ovillo de lana.
Mientras disfrutaban de la tarde vieron una pelota entre las nubes y al bajar la mirada, observaron a un niño llorando y pidiendo que se la bajaran. ¿Qué hicieron los dos?: tomaron el ovillo, ataron la pelota y tiraron desde abajo. Contento, el pequeño, los invitó a jugar con ella.
Luego de tantas aventuras ya no les quedaron fuerzas para seguir volando, al menos por ese día. Solo pensaban en comer y dormir. Al llegar a casa, como siempre, tomaron una rica sopa de avena.


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