Había un capitán
holandés llamado Van Straaten. Era alto, delgado, con voz gruesa y cuando hablaba asustaba a los niños.
Era nervioso.
Navegaba desde chico
porque a su familia le gustaba pasear por el mar. Su último viaje fue un viernes santo. Zarpó de Puerto del Sur a
la medianoche, en su embarcación llamada
Buque Fantasma, con su tripulación; todos hombres fuertes, valientes marineros,
altos, robustos y con voz gruesa.
Le advirtieron al
capitán que no zarpara en día santo porque se podía enojar Dios poniendo bravo
al mar. No hizo caso, zarpó igual.
El barco desapareció
en el mar con toda su tripulación de valientes marineros. Nunca se supo de
ellos.
Unos creen que al buque le cayó una maldición de Dios.
Otros piensan que llevaba oro y por su peso se hundió en el mar o que la
tripulación se peleó y el barco naufragó.
Los días de tormenta
se ve en el mar una embarcación que quiere llegar al puerto y no lo logra. El
capitán intenta acercarse al muelle pero fracasa. Se lo llama “BUQUE FANTASMA”
porque aparece y desaparece en el mar, también “HOLANDÉS ERRANTE” porque navega
de un lado a otro y “HOLANDÉS VOLANTE” ya que parece que vuela por encima del
mar y asusta a las personas.
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