jueves, 26 de septiembre de 2013

EL LEÓN DE ORO por 6ºC

AUTORES: Rolando, Santiago,  Juan,  Brandon,  Agustín, Oscar, 
Darío,  Alexis,  Estefanía, Candela,  Nicol,  Silvina,  Loana, Brisa


Colaboración autoral:  Martín 4° C


Estaba en mi oficina cuando de repente tocaron a la puerta, al abrirla vi a Raval, lo invité a pasar, se sentó delante del escritorio, abrió el maletín, sacó una foto con la imagen de una estatuilla con forma de león, me dijo que era de oro y me preguntó si podría encontrarlo, le respondí:
_ Claro, ¿imagina en qué ciudad puede estar?
A lo que  respondió:
-No, hace muchos años que no sé nada de ella pero sé quién puede ayudarte. Busca en la avenida principal a una joven que vende sahumerios en una esquina, se llama Melina, estoy seguro que hará algo por ti.
Fui al lugar y efectivamente la joven se encontraba allí. Me acerqué, la saludé y le pregunté si ella era Melina, me contestó que sí y me presenté:
-Soy Lucas Lenz, buscador de objetos, estoy aquí porque Raval, mi empleador, dijo que podrías ayudarme, le expliqué que necesitaba encontrar una estatuilla de un león de oro y no tenía idea de dónde comenzar a buscarla.
Me respondió que podía ayudarme pero que necesitaríamos ir a su consultorio a unas pocas cuadras de allí.
Entramos a una galería y caminamos por el pasillo de la izquierda que finalizaba en un local pequeño   con una vidriera negra en la que había dibujada una gitana con una esfera mágica entre sus manos.
Tomó su bolso, sacó un manojo de llaves, abrió la puerta y me invitó a pasar. Al ingresar pude distinguir un fuerte olor a incienso, el lugar era bastante oscuro, se veía el resplandor de unas velas encendidas detrás de un biombo, me pidió que le mostrara la foto, puso sus manos sobre la esfera pero sin tocarla, cerró sus ojos y me dijo que la estatuilla se encontraba en una isla cercana.
Me despedí y fui hacia el puerto; alquilé un barco. El capitán era un hombre grande, musculoso de unos cuarenta y cinco años, con barba y bastante malhumorado.
Luego de viajar un buen rato vi un faro en una de las pequeñas playas, ahí note que no estábamos navegando por el lugar correcto. Me acerqué al hombre para que me explicara el cambio en el recorrido, me dijo que por ese lugar cortaríamos camino. No muy convencido giré para volver a mi lugar cuando sentí un golpe en mi cabeza y me desmayé.
Comencé a despertarme. Un fuerte dolor no dejaba que entendiera lo que estaba pasando, me encontraba sentado en un banco, atado, vi al capitán hablar con otro hombre sobre cómo se iban a deshacer de mí. Se acercaban; entonces decidí fingir que continuaba desmayado, me tomaron por debajo de los hombros y atado como estaba me arrojaron al río.
Me mantuve por un pequeño momento debajo del agua hasta que sentí que se alejaban, intenté subir a la superficie pero al estar atado se me hacía muy difícil, comenzaba a sentir la falta de oxígeno en mis pulmones cuando escuché el ruido de una lancha y alguien que me tomaba de la ropa y me llevaba a la superficie. Era Pedro, mi hermano mayor, nunca me alegró tanto volver a verlo, es que de pequeños solíamos pelear mucho, salvo cuando necesitaba que encontrara algún objeto que se le había perdido en el desorden de su habitación, entonces yo aprovechaba y a cambio le pedía que realizara mi tarea de matemática, siempre fui muy malo para las matemáticas bueno al igual que para el fútbol y cualquier deporte, yo era bueno en esto, en buscar objetos que nadie podía encontrar. Y esta era la primera vez que me sentía tan cerca de la muerte.
Subí a la lancha junto a mi hermano y fuimos directamente a la isla que Melina visualizó en su esfera mágica. Al llegar al lugar vimos al capitán y su ayudante caminando por allí. Pedro pisó una rama y el ruido alertó a los hombres. Se nos abalanzaron intentando golpearnos, tomé un trozo de tronco, los golpeamos, atamos y comenzamos a buscar, la joven había descripto una especie de cueva donde se encontraba la figura que buscaba. A unos metros de allí la pudimos ver, nos acercamos, comenzamos a sacar algunas piedras y en ese momento salieron muchísimos murciélagos del lugar, nos asustamos un poco pero después de todo lo que nos pasó  no era nada grave.
Entré y comencé a buscar la estatuilla esperando que esta nueva misión terminara pronto. Sobre una de las paredes había dibujado unos colmillos, toqué la piedra, cayó a mis pies, quedaba a la vista una cavidad y dentro de ella un envoltorio hecho de telas, lo tomé comencé a abrirlo y para mi sorpresa era la estatuilla que buscaba, empecé a salir y a gritarle a Pedro con mucha alegría que nuestra misión estaba terminada.
Me extrañó mucho que no contestara a mis eufóricos gritos ¿algo más nos pasaría?
Sí, al salir de la cueva encontré a Maestro tomando del cuello a Pedro apuntándole con un arma.
-Lograste encontrarlo, -me dijo- ahora si quieres ver vivo a tu hermano pon la estatuilla en la bolsa y juntos entraran a la cueva.
Cuando estaba acercándome pude ver que detrás de Maestro estaba Melina, le dio un golpe con un remo y lo desmayo.
Rápidamente los tres huimos del lugar en el bote de la joven. Cuando ya estábamos a una buena distancia le pregunté cómo supo que estaba en peligro, a lo que me respondió que sus poderes eran muy precisos.
Al llegar a la ciudad lo único que quería era entregar rápidamente el objeto a Raval, fui directamente al Museo, me pagó lo que habíamos acordado, “descansa, -me dijo- aún nos quedan muchos objetos por recuperar”.





FIN

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