jueves, 26 de septiembre de 2013

LA SEMILLA MISTERIOSA por 6ºB

Idea Principal:   Iara
                          Florencia
Colaboración en correcciones:
Alumnos de 6° B




Agradecemos a:
 Liliana directora de nuestra escuela,
 a las maestras y especialmente a
 nuestras señoritas Gladys y Alejandra


Cuando por fin habíamos logrado completar nuestra misión anterior llevé a Mirna (mi novia) a su casa, nos despedimos, fui a mi departamento y me acosté.
Una semana después Raval me llamó para que buscara “una semilla misteriosa”, que se encontraba en un bosque invisible que solo tomaba forma y se podía ver cuando llovía. Le dije que nos veríamos en mi oficina.
El sábado por la tarde él ya estaba allí, me dio una fotografía con un mapa donde estaría el bosque. Le pregunté ¿quién había ocultado la semilla en ese lugar?, me contó que sospechaba del Señor de la Humedad. Entonces le dije, - bueno yo me voy a ocupar de traerla.
Raval se fue y empecé una nueva aventura.
Antes de salir con el auto miré el mapa y me di cuenta que el bosque se encontraba en medio de la ciudad. Durante el recorrido pase por la casa donde Vidor había secuestrado a Lancia, me vino a la cabeza el momento en que lo vi escribiendo el libro con su propia sangre.
 Seguí mi camino hacia el bosque y allí pude ver la casa de Mateo Rinaldi. Recordé cuando dos hombres que Maestro había mandado a matarme me perseguían.
Con mucha suerte había encontrado la puerta de aquel depósito de ataúdes donde logré esconderme, aunque por muy poco tiempo ya que apareció delante de mí uno de los hombres armados.
Ante el miedo que sentía tomé un ataúd y se lo arrojé desmayando al secuaz.
Nunca había pensado que podía ser tan peligroso y arriesgado este trabajo, cansado de manejar durante cinco horas me hospedé en un hotel llamado Burleteck.
Por la mañana seguí mi camino hacia el bosque y conduje varias horas más. Al anochecer mire el mapa y me di cuenta que el bosque estaba por allí. Entonces baje del auto y tres perros comenzaron a correrme. El más agresivo era marrón con ojos muy negros, el que no daba mucho miedo era blanco con ojos negros, y el menos agresivo era negro con ojos grises. Entonces corrí hasta que logré esconderme y comenzó a llover, me di cuenta que estaba detrás de un árbol y debajo de un hongo se veía la semilla, la agarré y un hombre saltó de arriba del árbol sobre mí, lo golpeé y empezamos a pelear hasta que quedó inconsciente.
 Me di cuenta que no era un hombre de Maestro, entonces tomé la semilla y me fui con el coche.
 Cuando llegué al Museo le di el objeto a Raval, pregunte por aquel hombre, me dijo que no era un sicario de Maestro sino otra persona, llamada Enrique Álvarez, un viejo enemigo suyo, coleccionista y botánico; me contó que nunca creyó volver a verlo que otro día me contaría la historia. Me entregó el dinero que habíamos acordado y partí hacia mi casa a descansar.

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