jueves, 26 de septiembre de 2013

EN BUSCA DE LOS CUATRO FANTASMAS por 6ºA

Estaba en mi oficina leyendo el diario en la sección deportes, cuando de pronto escuche sonar el teléfono. Era Raval pidiéndome que buscara una estatuilla de cuatro fantasmas, me explicó que tenían la propiedad de mantenerse con una muy alta temperatura: “cuando apenas la tocas te quemas”.
Fui a su casa, me dio la dirección y partí a buscar el lugar.
Al llegar pude notar que era una mansión abandonada, destruida, con vidrios rotos, paredes despintadas, destrozadas y con humedad, los techos con agujeros enormes. Entré, di algunos pasos y la puerta se cerró sola ocasionando un chirrido horrible. Empezó a hacer mucho calor parecía que estaba dentro de una olla hirviendo, comencé a sentirme mareado  y me desmayé.
Desperté dentro de una habitación todo transpirado, intenté escapar pero no podía salir. Entró una mujer, me explicó que era hermana de Raval, que su nombre era Lucía, me dijo  que  me preparara para morir y salió del cuarto.
Al rato escuché la puerta; alguien entró, era Mirna (mi novia) me desató y me dijo:
-Salgamos de aquí antes  que se den cuenta los ayudantes de esa desquiciada.
 Pero le respondí que no me iría de allí hasta encontrar la pieza de metal. Mirna y yo comenzamos a buscar. Sin que me diera cuenta los ayudantes de Lucía atraparon a mi novia y dejaron una nota que decía “BUSCA A LOS CUATRO FANTASMAS DE METAL Y TRAELOS A LA ESTACION DE TRENES A LAS 12:10 PORQUE SI NO LO HACES ELLA MORIRÁ”
 Yo estaba agotado de tanto buscar; encontré el objeto debajo de una cama en un doble piso secreto, lo agarré entre dos almohadas y corrí a la estación. Allí apareció Lucía con sus ayudantes. Me empujaron a las vías, venía un tren muy cerca, Mirna saltó para rescatarme, corrí hacia Lucía la empujé y la atropelló el tren, sus ayudantes salieron corriendo. Tomé a mi novia de la mano y juntos le llevamos la estatuilla a Raval a quien estando en el Museo le pregunté si era verdad que tenía una hermana y me contestó que sí, que su nombre era Lucía, que estaba loca y había escapado de un manicomio. Le conté todo lo que había sucedido, en el fondo,  lo note muy triste. Me pagó y nos fuimos a mi casa a descansar.


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