martes, 28 de octubre de 2014

Buscando las plumas perdidas por 6ºC



La ciudad de Curytito era el lugar más apacible del mundo; un mundo pequeño que mantenía la costumbre de la sobremesa y la siesta.
Allí sí había bosques, pero no maravillosos por las  hadas y magos, ni por las criaturas sobrenaturales, sino maravillosos por su hermosura natural, armonía y tranquilidad.
Si seres de otro mundo invadieran la tierra, conquistarían Paris, África, el Desierto de Atacama o Montevideo, pero jamás llegarían a Curytito. En él no había lugar para hechos que no fueran reales y naturales. Tan reales como aquella cabaña con techos de madera y pizarras que había en ese bosque espeso y cerrado que no permitía que a través de él pudiera verse una luz o una estrella.
 Era el lugar elegido, todos los años, por Juanse y su familia para pasar sus inolvidables y ansiadas vacaciones.
Este año, ya en el sitio y como no era costumbre, al entrar, sintieron un olor ácido,  nauseabundo y también encontraron tiradas en el piso de gran parte de la casa, y en los sofás y sillas, miles de plumas, y además, vidrios de las ventanas rotos.
La mayoría de estas plumas terminaban en puntas filosas y tenían extrañas espinillas, además de estar teñidas de sangre y bañadas en un líquido verdoso y pegajoso de donde provenía ese olor insoportable.
Limpiaron el lugar, dejando de lado cualquier conjetura al respecto, pero sin dejar de lado la preocupación sobre el misterioso e inexplicable hallazgo.
Más tarde cuando se dirigieron al centro del pueblo a comprar los alimentos, se encontraron con la doctora Marian Kezler, investigadora en aves y miembro de La Reserva Natural de Curytito, quien les comento del hallazgo de estas plumas en varios sitios, y también, de la existencia de un lugareño que vivía cerca de la cabaña que ellos habitaban, que les contó que pertenecerían a un pajarraco raro, al que vio  picar el cráneo y chupar la sangre de otro pájaro y que se desplazaba por el lugar como sintiéndose el rey de ese bosque y considerando un intruso a su víctima, acto que igualmente no justificaba la reacción del salvaje animal y que nunca había acontecido en estos lugares.
Así mismo les dijo que ella, junto al doctor Esteban Krain, habían hecho algunos estudios y que estaban arribando a la conclusión de que por motivos desconocidos, esta ave no reconocida hasta el momento por el mundo científico, había sufrido como un cambio metabólico, convirtiéndose en una mezcla de águila-cuervo y buitre, parecida a un terraonico que miraba, pero  con ojos rojos, llameantes de furia, que poseía un exuberante plumaje, pero en pésimas condiciones y que volaba más que velozmente, como si fuese una ráfaga.
En fin, parecía haber mutado, convirtiéndose en otra especie, muy agresiva y peligrosa, por causas dudosas, misteriosas y que sin lugar  a dudas, representaba un gravísimo problema para los habitantes de ese pueblo-ciudad.
Les pidió que tuvieran muchísimo cuidado porque no sabían la reacción y comportamiento que este animal podría tener y las consecuencias de ellas sobre la salud y la vida de las personas
Aproveché a preguntarle:
- ¿Por qué las plumas desprenden ese olor tan desagradable?
-No existe respuesta lógica y coherente. Cualquier idea que arriesgara podría sonar ridícula
Al otro día, el doctor se dirigió al bosque y decidió subir a uno de los arboles más altos, donde solían posar los Quetzales, ahora ausentes en el lugar, y pudo divisar pequeños cuerpos o restos de animales, algo que parecía una persona, además de un enorme agujero en el tronco de un árbol de donde asomaban muchísimas plumas. Podría tratarse del nido de la bestia emplumada.
Se comunicó por handic con su colega, le advirtió sobre los  hechos y le contó que iba a acercarse a hacer un reconocimiento de la situación.
Cuando llegó, efectivamente, había un cuerpo humano, rodeado de restos de animales y plumas, decenas de ellas. Llamó a la patrulla, les comentó con que se encontró y les pidió que vinieran a hacerse cargo.
Del otro lado, le pedían más datos, pero él exigió que mandaran un móvil lo antes posible ya que no sabia dónde estaba el ave o lo que fuera, si lo atacaría o que podía hacer.
Aprovechó para tomar muestras, no solo de las plumas sino también del suelo y del agua del arroyo.
Después de muchos experimentos, estudios y pruebas, llegaron los tan esperados resultados.
El agua estaba sumamente contaminada con químicos, motivo por el cual se estaba afectando la capa del suelo y también las plantas y los animales, alterando sus células.
La autopsia del cuerpo (que resulto ser de un pescador fanático) también arrojó como resultado “Envenenamiento por químicos”.
Ante esta situación los científicos, decidieron apresar al ave, no solo para hacerle estudios e intentar salvarla, sino también para evitar nuevas muertes y desapariciones y además, para que este animal, de ninguna forma se reprodujera.
Ya había amanecido, Juanse, se despabilaba entre las sábanas y gracias a los ruidos que provenían de una caja de cartón, que había armado a modo de trampa, y que había colocado afuera de la casa, cerca de la ventana de su habitación, se despertó y con mucha alegría descubrió  que había caído presa el ave tan temida. Entonces llamó inmediatamente a los científicos de la reserva ecológica natural del pueblo para que fueran a buscarla.
Intentaron crear una poción sanadora y natural con lo mejor y más curativo de cada animal. Utilizaron ojos de sapo, cola de rata, veneno de serpiente, un poco de polvo de colmillos de elefante y plumas del quetzal.
Después de mezclarlos, triturarlos y someterlos a una temperatura adecuada por un tiempo determinado, inyectaron al animal, quien a la media hora no solo se  había recuperado volviendo a la normalidad sus ojos, su actitud y su plumaje, sino que se había vuelto a convertir en el pájaro sagrado que era originalmente el Quetzal y que lograron  saber por qué había desaparecido y había dejado de adornar, con su bellísimo plumaje, las hermosas y altas copas de los arboles del lugar.
También vertieron el antídoto en el arroyo y los alrededores, volviendo toda el agua a su tono natural, azulino intenso, y el suelo se invadió de flores y un bellísimo aroma, muy particular y especial, que siempre había caracterizado y era sello del maravilloso e inigualable Curytito.
                                FIN




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este es un espacio donde iremos publicando trabajos y hechos importantes de nuestra escuela.