viernes, 24 de octubre de 2014

La herencia maldita por 6ºB






En un lugar de Francia, alejado de la ciudad, en una importante mansión vivían un anciano millonario llamado Milo Holmes y sus tres hijas: Carmina, Carlota y Caterina. Ellas eran soberbias y vanidosas,  maltrataban a todos los empleados, sólo Carmina era amable y generosa.

Una mañana fría y lluviosa Carmina fue a despertar a su padre y lo encontró tirado junto a la cama boca abajo, salió corriendo a pedir auxilio.

Rápidamente aparecieron en el cuarto del señor Milo sus dos hijas Caterina y Carlota para ver qué pasaba, por qué gritaba Carmina.



Cuando vieron a su padre en el piso comenzaron a llorar y llamaron a los gritos a Lucio, el mayordomo, para que pidiera una ambulancia pero cuando Lucio se acercó al señor Milo supo que estaba muerto y les dijo a sus hijas: “el señor no tiene pulso,  está  muerto, debemos llamar a la policía.”
 


Lucio hizo el llamado para denunciar la muerte del señor Milo y después de un rato llegó la patrulla al mando del detective Zenón Jaques.


 
Subió a la habitación donde se encontraba el cadáver y observó que la ventana estaba abierta. Le pareció raro ya que era invierno y estaba lloviendo.  Se acercó para cerrarla y vio que había sangre junto a la ventana,  le dijo a su equipo que tomaran una muestra y también que buscaran huellas.

Pasaron unos días y llegó el momento de  la lectura del testamento, el abogado de la familia, el doctor William Miler lo leyó en presencia de sus hijas y todos sus empleados, esa había sido la voluntad del señor Milo. Dejó por escrito quiénes tenían que estar y el lugar en que se iba a leer,  la biblioteca de la casa.



Cuando el abogado comenzó la lectura del testamento,  de pronto, entró a la biblioteca el detective Zenón Jaques y todos se pusieron muy nerviosos, les informó que a partir de ese momento todos eran sospechosos del asesinato del señor Milo y que se quedaba a escuchar el testamento para tener más pistas.

El testamento decía que toda la fortuna era para sus dos hijas Carlota y Caterina, para Carmina era la casa de campo y una pensión para toda la vida.
A sus empleados les dejaba una cifra importante y también podían seguir trabajando en la mansión. Cuando terminó la lectura Carmina salió de la biblioteca muy enojada y a los gritos, insultando a su padre, el señor Milo.

 Atrás de ella fue Max, el guardaespaldas de la familia. Entraron a la habitación de Carmina mientras discutían.  Carmina se dio cuenta que  tenía una lastimadura en el brazo, entonces Max le dijo la verdad:
 -Carmina tengo que confesarte  algo, fui yo quien mató al señor Milo.
Ella empezó a llorar y le preguntó porque lo había hecho y Max le contestó:
-Una tarde  escuché al señor Milo hablando con su abogado. Le dijo que quería dejar un testamento para asegurar el futuro de sus hijas y  como no eras su verdadera hija pensé que no te nombraría en su testamento, entonces decidí conversar con él para convencerlo pero cuando entré en la habitación pensó que era un ladrón y me atacó, estaba oscuro, me pegó con un velador y me lastimó el brazo, yo lo empujé para defenderme y sin querer se golpeó su cabeza contra el borde de la cama, me asusté y escapé por la ventana.

A la mañana siguiente nuevamente se presentó el detective Zenón Jaques con sus agentes de policía, tenían una orden de arresto para Max, el resultado de la investigación había dado que él había estado en el lugar donde se encontró sin vida al señor Milo Holmes.
Lucio se encargó de avisarle que el detective lo estaba esperando en la sala principal de la mansión y que tenía una orden para detenerlo. Carmina, que estaba junto a Max en ese momento, le pidió que se escapara, pero él prefirió entregarse.

Bajó las escaleras y todos estaban esperando para ver qué pasaba, los empleados de la casa estaban tristes porque Max siempre había sido un buen compañero con ellos. Carlota y Caterina estaban horrorizadas, no entendían que había pasado, cuál había sido la razón que había tenido  para matar a su padre.
En la delegación, Max le confesó al detective lo que realmente había pasado, le dijo que había sido un accidente que no había tenido intención matarlo, cuando vio que no se movía se dio cuenta que estaba muerto y  por eso  se escapó.
El detective siguió interrogando a Max, quería saber si Carmina tenía algo que ver, si era su cómplice, pero Max le dijo que ella no sabía nada,  que fue él quien tuvo la idea, que siempre había estado enamorado de ella y sentía lástima de su situación.
El detective le preguntó:  
-¿A qué situación se refiere?
Y Max respondió:
-Esa situación de diferencias que siempre le hicieron a Carmina, nunca la trataron como una más de la familia, sus hermanas sabían que Carmina era hija del señor Milo y de una mucama que había trabajado  hacía muchos años para la familia.
Es por eso que no querían que heredara la fortuna, la maldita herencia.
El detective le dijo a Max que entendía que no lo había hecho a propósito pero que iba tener que llevarlo a la cárcel hasta que tuviera un juicio justo.

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