En un lugar de Francia, alejado de la ciudad, en una importante mansión
vivían un anciano millonario llamado Milo Holmes y sus tres hijas: Carmina,
Carlota y Caterina. Ellas eran soberbias y vanidosas, maltrataban a todos los empleados, sólo
Carmina era amable y generosa.
Una mañana fría y lluviosa Carmina fue a despertar a su padre y lo encontró
tirado junto a la cama boca abajo, salió corriendo a pedir auxilio.
Rápidamente aparecieron en el cuarto del señor Milo sus dos hijas Caterina
y Carlota para ver qué pasaba, por qué gritaba Carmina.
Cuando vieron a su padre en el piso comenzaron a llorar y llamaron a los
gritos a Lucio, el mayordomo, para que pidiera una ambulancia pero cuando Lucio
se acercó al señor Milo supo que estaba muerto y les dijo a sus hijas: “el
señor no tiene pulso, está muerto, debemos llamar a la policía.”
Lucio hizo el llamado para denunciar la muerte del señor Milo y después de
un rato llegó la patrulla al mando del detective Zenón Jaques.
Subió a la habitación donde se encontraba el cadáver y observó que la
ventana estaba abierta. Le pareció raro ya que era invierno y estaba
lloviendo. Se acercó para cerrarla y vio
que había sangre junto a la ventana, le
dijo a su equipo que tomaran una muestra y también que buscaran huellas.
Pasaron unos días y llegó el momento de la lectura del testamento, el abogado de la familia,
el doctor William Miler lo leyó en presencia de sus hijas y todos sus empleados,
esa había sido la voluntad del señor Milo. Dejó por escrito quiénes tenían que
estar y el lugar en que se iba a leer,
la biblioteca de la casa.
Cuando el abogado comenzó la lectura del testamento, de pronto, entró a la biblioteca el detective
Zenón Jaques y todos se pusieron muy nerviosos, les informó que a partir de ese
momento todos eran sospechosos del asesinato del señor Milo y que se quedaba a
escuchar el testamento para tener más pistas.
El testamento decía que toda la fortuna era para sus dos hijas Carlota y Caterina,
para Carmina era la casa de campo y una pensión para toda la vida.
A sus empleados les dejaba una cifra importante y también podían seguir
trabajando en la mansión. Cuando terminó la lectura Carmina salió de la
biblioteca muy enojada y a los gritos, insultando a su padre, el señor Milo.
Atrás de ella fue Max, el
guardaespaldas de la familia. Entraron a la habitación de Carmina mientras
discutían. Carmina se dio cuenta que tenía una lastimadura en el brazo, entonces
Max le dijo la verdad:
-Carmina tengo que confesarte algo, fui yo quien mató al señor Milo.
Ella empezó a llorar y le preguntó porque lo había hecho y Max le contestó:
-Una tarde escuché al señor Milo
hablando con su abogado. Le dijo que quería dejar un testamento para asegurar
el futuro de sus hijas y como no eras su
verdadera hija pensé que no te nombraría en su testamento, entonces decidí
conversar con él para convencerlo pero cuando entré en la habitación pensó que
era un ladrón y me atacó, estaba oscuro, me pegó con un velador y me lastimó el
brazo, yo lo empujé para defenderme y sin querer se golpeó su cabeza contra el
borde de la cama, me asusté y escapé por la ventana.
A la mañana siguiente nuevamente se presentó el detective Zenón Jaques con
sus agentes de policía, tenían una orden de arresto para Max, el resultado de
la investigación había dado que él había estado en el lugar donde se encontró
sin vida al señor Milo Holmes.
Lucio se encargó de avisarle que el detective lo estaba esperando en la
sala principal de la mansión y que tenía una orden para detenerlo. Carmina, que
estaba junto a Max en ese momento, le pidió que se escapara, pero él prefirió
entregarse.
Bajó las escaleras y todos estaban esperando para ver qué pasaba, los
empleados de la casa estaban tristes porque Max siempre había sido un buen
compañero con ellos. Carlota y Caterina estaban horrorizadas, no entendían que
había pasado, cuál había sido la razón que había tenido para matar a su padre.
En la delegación, Max le confesó al detective lo que realmente había pasado,
le dijo que había sido un accidente que no había tenido intención matarlo,
cuando vio que no se movía se dio cuenta que estaba muerto y por eso se escapó.
El detective siguió interrogando a Max, quería saber si Carmina tenía algo
que ver, si era su cómplice, pero Max le dijo que ella no sabía nada, que fue él quien tuvo la idea, que siempre
había estado enamorado de ella y sentía lástima de su situación.
El detective le preguntó:
-¿A qué situación se refiere?
Y Max respondió:
-Esa situación de diferencias que siempre le hicieron a Carmina, nunca la
trataron como una más de la familia, sus hermanas sabían que Carmina era hija
del señor Milo y de una mucama que había trabajado hacía muchos años para la familia.
Es por eso que no querían que heredara la fortuna, la maldita herencia.
El detective le dijo a Max que entendía que no lo había hecho a propósito
pero que iba tener que llevarlo a la cárcel hasta que tuviera un juicio justo.
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