Me
perdí en un bosque oscuro buscando la pelota que mi amigo había arrojado muy
lejos. Yo estaba solo.
Empecé
a escuchar ruidos, era el viento de las hojas de los árboles. Yo lo sabía, pero
igual tenía miedo. Agarré muy fuerte la pelota como protegiéndome. No
encontraba cómo volver a casa.
Vi
un camino, fui por allí, esperaba salir del bosque.
De
pronto, encontré un río, me agaché, cerré los ojos y como tenía mucha sed tomé
de esa agua. Estaba fría, pero rica. Cuando abrí los ojos me encontré en otro
lugar, ¡era una cueva!
La
cueva tenía olor a tierra húmeda, también éste era un lugar oscuro. Empecé a
caminar por allí.
Vi
a lo lejos una luz y me acerqué. Mientras caminaba tenía más miedo y la luz se
alejaba. Entonces, empecé a correr hasta que sentí algo sobre mi cara. Me di
cuenta de que aquello eran telas de araña y me detuve para sacármelas. Cuando
lo hice, vi que la luz estaba muy cerca mío, a pocos pasos. Empecé a pedir
ayuda, me latía cada vez más fuerte el corazón. De pronto, vi un sombrero alto
y en punta, una nariz muy larga que tenía una verruga peluda, y escuché una voz
extraña que me daba un poco de miedo. ¡Ella estaba enfrente mío!
Vi
en su mano una varita, de ahí salía la luz. Al mirarla me empecé a marear.
Me
desperté atado a un árbol y la bruja estaba mirándome. Al lado suyo había una
nena tan fea como ella, ¿sería su hija? Le dijo al oído cuál era su plan, yo
pude escuchar: ¡quería transformarme en un cuervo!
Me
pregunté ¿por qué querría convertirme nada más y nada menos que en ese animal?
Y recordé los cuentos de brujas que la señorita me había leído en la escuela.
Allí los cuervos eran malos, negros, peludos y con un pico muy feo… ¡yo no
quería ser uno de ellos!
Cuando
la hija de la bruja agarró la varita para transformarme en cuervo, cerré muy
fuerte los ojos y…
…me
desperté en un bosque oscuro, durmiendo sobre mi pelota. Me levanté de allí, y
por las dudas, fui rápidamente corriendo hacia mi casa.
Alumnos
de 2° A
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