Esta historia se la dedicamos a nuestra escuela 20
y a nuestra señorita Alejandra Paz por enseñarnos y cuidarnos todos los días.
Corría el año 2012 yo estaba de paseo con mis amigos Leito y Matías en Los Ángeles. Caminábamos por el centro comercial cuando de repente una nube gris tapó toda la ciudad, pensamos que llegaría una gran tormenta y no nos preocupamos demasiado por la situación. Con la intención de no mojarnos volvimos rápido al hotel, prendimos la televisión y….
¡¡¡Qué espanto!!! Debíamos preocuparnos, los noticieros recomendaban mantenerse con calma, no salir de las casas y tratar de tener mucha agua, guardar alimentos y de ser necesario salir, utilizar barbijos.
Leito estaba muy asustado, escuchábamos que la gente podía intoxicarse, los animales morían, los ciudadanos se estaban auto evacuando y no entendíamos nada. Buscamos al conserje y nos aclaró lo que pasaba.
-A una muy corta distancia de aquí se encuentra el centro turístico Cerro Prieto, nombre que lleva en honor al volcán que allí se encuentra, por cierto inactivo desde hace más de doscientos años, al parecer el movimiento de las placas ha generado tanto calor que el volcán ha hecho erupción.
- ¿Y ahora que haremos?, preguntó Maty.
- Tranquilos, deberán permanecer aquí, y de ser necesario, nosotros nos encargaremos de trasladarlos, lo importante en estos casos es mantener la calma.
Nos mantuvimos al tanto de la situación a través de la televisión, mostraban como hervía prácticamente el lago ácido que se encuentra en el lugar, el centro comenzaba a ser tapado por la lava del volcán, demasiado nerviosos decidimos que iríamos al aeropuerto para volver a nuestro país pero el personal del hotel nos quitó la idea, al explicarnos que en esas condiciones es imposible que salga algún vuelo ya que las cenizas destruyen las turbinas, que lo más seguro hasta el momento sería quedarnos allí.
El miedo nos paralizaba, veíamos por Tv como niños y madres corrían desesperados intentando salvar sus vidas y algunas pertenencias.
Cuando lográbamos comenzar a calmarnos se escucharon unos ruidos desconocidos, la tierra temblaba, parecía que estuvieran dinamitando el edificio, desesperados salimos de la habitación y comenzamos a correr por los pasillos, todos los pasajeros y el personal estaban intentando evacuar el lugar, un terremoto 10.1 escala de Richter abatía la ciudad. Al salir a la calle nos dimos cuenta de la magnitud del desastre: gente muerta tirada en las aceras, mujeres heridas tratando de salvar la vida de sus hijos, edificios totalmente devastados, calles abiertas como con una gran zanja en el centro, aquello que nos parecía lejano estaba pasando ante nuestros ojos. Desesperado intenté correr, no sé a dónde cuando me desmayé. Al volver a estado consciente, estaba acostado en una camilla, gente de la Cruz Roja nos había rescatado, la ciudad se encontraba sin energía eléctrica y totalmente destruida. Nos mantuvieron durante dos semanas en el campamento, era imposible descansar, aterraba ver la gente sin su hogar llorando por haber perdido todo y principalmente a sus familiares. Muchos niños estaban al cuidado de los voluntarios, ya que sus padres se encontraban desaparecidos, gente de todos los países se organizaban para solidarizarse con la ellos, comenzaban a llegar aviones con ayuda sanitaria y comida.
Por suerte, nosotros pudimos volver sanos a nuestro país pero esa horrible experiencia nunca saldrá de nuestras mentes. A partir de ese momento comenzamos a tomar conciencia de lo necesario que es cuidar nuestro medio ambiente ya que muchos de los desastres naturales que ocurren en el mundo son causados por nuestra irresponsabilidad.
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