Había una vez un tigre que
comía muchas golosinas que le regalaba su amigo el puma José.
Una noche mientras dormía
se despertó con mucho dolor de colmillo,
es que el día anterior había mordido un caramelo muy duro.
Tomás, el tigre, lloraba
de dolor.
Al otro día amaneció con
un gran dolor y un cachete hinchado que parecía un globo,
José le dijo:
-
¡Qué te
pasó?
-
¡Me duele el colmillo!
-
¿Mucho?
-
Sí, no me dejó dormir.
-
Uh! ¡Tenés que ir al dentista!
-
¡No quiero ir, tengo miedo! Tomás estaba llorando
de dolor…
-
Tenés que ir, no podés quedarte con ese dolor
para siempre.
-
El dentista me va a sacar el colmillo y ya no voy
a ser un tigre feroz…
-
¡Vamos,
que yo te acompaño!
Los dos amigos comenzaron
a caminar por la selva. José le contaba su experiencia con el dentista:
-
Yo una vez fui al dentista y no sentí nada porque
me durmieron el diente que me dolía, quédate tranquilo Tomás.
Tomás estaba un poco
preocupado, había escuchado que el dentista estaba un poco loco… dicen que
cuando cura un diente se trepa y se come una banana, le saca los piojos a su
asistente…
-
¡Mirá si cuando me cura me saca el colmillo
equivocado!
Cuando llegaron a la
salita estaba llena de animales, había que esperar el turno y empezaron a
escuchar los problemas de otros animales:
-
Yo vengo porque me lastimé la pierna corriendo
por la selva y me caí en una trampa -dijo el puma.
-
A mí me duele el cuello por mirar una planta que
no crece -dijo la jirafa.
-
¿Y a vos que te pasa Tomás? Dijo
el elefante.
-
Me duele el colmillo.
Y de pronto lo llamaron…
-
¡Tomás! Dijo el asistente del dentista que de
repente se quedó mudo al ver al tigre. El asistente era un ratón gris con una
cola muy larga que usaba para agarrar las cosas. Cuando vio a Tomás se quedó
congelado de miedo porque había escuchado que Tomás era un tigre muy grande y
feroz.
Cuando Tomás escuchó
que lo llamaban se acercó al ratón llorando. El ratón le hizo caricias en la
cabeza y le dijo:
-
Quédate
tranquilo, el doctor sabe lo que hace.
Tomás entró al consultorio
y el doctor lo revisó y le dijo:
-
¡Quédate
tranquilo! Solo hay que curar esta pequeña caries.
No debes olvidar, si comes un
caramelo, ¡lávate los dientes!