Un día, en una cueva, había un dragón llamado Orff que tenía un amigo, el mago Juan.
El mago le avisó que, en un reino muy lejano, había un dragón que contra su voluntad debía custodiar la torre en la que estaba la princesa, pero no sabía dónde quedaba.
El mago le avisó que, en un reino muy lejano, había un dragón que contra su voluntad debía custodiar la torre en la que estaba la princesa, pero no sabía dónde quedaba.
El mago
decidió acompañarlo. Entonces emprendieron su camino. Luego de dos horas
pudieron encontrar el reino. Llegaron a la torre para cumplir con la misión de
rescatar a la princesa Fiona. Ella estaba muy angustiada y triste. Orff se
disfrazó de caballero con una gran armadura. Recorrieron el reino y se
enfrentaron con guardias que luchaban para no dejarlo pasar. Una parte del
castillo estaba llena de murciélagos y ratas gigantes, el mago usó su varita
mágica para que los animales volvieran a su tamaño habitual.
Orff
convenció al dragón que custodiaba para que soltara a la princesa.
El mago, el
dragón y la princesa corrieron, corrieron y corrieron hasta que se cansaron. Se
sentaron en un tronco caído, estaban felices y nerviosos por la gran aventura
vivida.
El mago y la
princesa subieron al lomo del dragón y volaron muy alto. Luego Orff dejó a
Fiona en su castillo, a Juan en la aldea y él volvió a su cueva.
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